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El arte de hablar carreta

  • Foto del escritor: L.S. Argüelles
    L.S. Argüelles
  • 4 may 2018
  • 3 Min. de lectura

Este es un artículo que define el “hablar o echar carreta” desde un contexto colombiano. Es probable que en otros países el significado sea totalmente distinto.


Colombiano que se respete ha “echado carreta” alguna vez en su vida. Es algo que viene en su organismo; que tiene programado en su cerebro. El colombiano se ve en la necesidad de impresionar, de ganar en las conversaciones, de quedar como todo un intelectual. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Es un misterio. Sin embargo, allí está la clave del concepto. Echar carreta es convencer a alguien de lo que se está diciendo, así esto implique hacer trampa. Y con hacer trampa me refiero a mentir un poco e incluso, a maquillar la verdad.


Cuando un colombiano se ve envuelto en una conversación cuyo tema desconoce, halla en sí mismo la necesidad de crear argumentos improvisados que terminan siendo lo suficientemente convincentes para que todo el mundo se los crea. He ahí el efecto. Cuando se ha tenido éxito con la improvisación, los demás creen que dicha persona en realidad si tiene un dominio del tema.


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Un profesor de introducción al derecho dio un ejemplo a sus estudiantes que, en este caso, es una perfecta forma de llevar a la cotidianidad esta cuestión. Él dijo (en palabras muy parafraseadas):


“Imagínense que están en un almuerzo con sus familiares. A ustedes les preguntan: ‘Mijo, usted qué piensa sobre este caso’ y usted responde: ‘Pues no sé, tendría que analizar si el hecho factico y el hecho normativo permiten que la justificación interna tenga coherencia para así darle un espacio dentro del silogismo, y llegar a una conclusión’. Y así es como usted no sabe nada de derecho, pero quedó como todo un jurista en el almuerzo”


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Todos los futuros abogados en esa clase

Claramente, para los que somos ignorantes en el derecho, eso de la justificación interna es como si nos hablaran en chino mandarín. Pero por esa misma razón es que una persona se cree la improvisación. A pesar de que en este caso esos tecnicismos si se usan en ese ámbito y son reales, el simple hecho de escuchar algo que parece convincente nos hace creer en ello ciegamente.

Poniendo un ejemplo más empírico, el día de hoy tuve una conversación con un chico de derecho. Hablábamos sobre la generalización. En un punto él me dio una estadística científica que tumbó todos mis argumentos. Yo le dije: “Okay, no puedo luchar con esa lógica” me sentía frustrada y ultrajada, porque nunca le he podido ganar una conversación a ellos. Pero el punto es que cuando me vi perdida, el chico me reveló que la cifra que me había dado era completamente falsa, pero que aun así me la había creído ciegamente.


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Mi cara de indignación cuando reveló que la estadística era falsa

Teniendo en cuenta todo lo anterior, se puede llegar a decir que el “hablar carreta” sí tiene su ciencia. E incluso hay gente que la considera un arte. Una de esas personas que lo considera así es Juan Carlos Nemocón, estudiante del Externado.


“Se puede considerar un arte porque hablar carreta no solamente implica decir cosas por decir cosas. También implica querer convencer a una persona por medio de argumentos que sean o no verídicos. Lo que buscan es darte la razón (…) es un arte porque busca darle solución a algo que no sabemos” dijo él.


Y como todo este asunto es algo vivencial, añadió:


“Usualmente nos enfrentamos día a día a situaciones de las cuales tenemos poco conocimiento, entonces el humano por naturaleza es recursivo. (…) en general, el hombre estándar, al momento en el que se encuentra en una situación desconocida como dicen los colombianos: ‘Si no sé, me lo invento’. (…) Lo primero que se le viene a la cabeza es inventarse algo. Algo para no quedarse sin responder un enigma o un acontecimiento que se le presente, o simplemente por salir del paso. Entonces, cuando a uno le preguntan algo que no sabe, lo primero que hace uno es tratar de asociarlo con algo que es básicamente conocido y en ese orden de ideas busca principalmente dar una respuesta, algo que lo ayude a primero, no quedar mal y segundo a dar una solución a lo planteado”.


Esta reflexión refuerza todo lo discutido anteriormente. Entonces, “hablar carreta” es un arte porque es algo natural, algo que tiene intenciones comunicativas. Y a pesar de que los métodos que utiliza son poco ortodoxos, todos en algún momento hemos usado esta herramienta con distintos objetivos; ganar en una conversación, quedar bien frente a alguien, incluso, por qué no mencionar la carreta que se echa en las conquistas (pero ese es otro asunto).


Echar carreta, reitero, tiene su ciencia; es un arte.


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